viernes, 13 de marzo de 2009

Little by little



El presidente de mi país invalidó las reglas que limitaban a los cubanos a viajar a la isla una vez cada tres años y en cada visita permanecer en Cuba por catorce días. Ahora podremos viajar al caimán anualmente. Parientes inmediatos, parientes lejanos, vecinos antiguos y conocidos se beneficiarán.

Tuve una época donde ese era mi único destino fuera de los Estados Unidos. Era extremadamente placentero llegar, pasear por mis lugares, ver a mi padre, mis vecinos de la infancia, mis amigos, los que aún quedan. Realmente me alegra la noticia. Lo que me sigue entristeciendo es la cantidad de trámites y permisos que uno tiene que cumplir para llegar al lugar de donde vienes. Por suerte le dieron la visa de visita a mi padre y lo veré pronto, aquí.

Uno pide permiso para pedir la palabra, para interrumpir una conversación, en innumerables ocasiones. Pero nunca he visto a un español pedir permiso desde Alemania para entrar en España, ni a un chileno en Japón de regreso a Chile.

Mucho hablan de “la crueldad de las regulaciones de Bush” pero no hablan de las regulaciones del gobierno cubano. Es hora de un avance paralelo en el cerebro de la cúpula castrista. Hagan algo por la paz (espiritual, material) del pueblo cubano, que en definitiva es uno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se piede permiso pero entrar a tu casa. La libertad se conquista con el filo del machete!

Sunny dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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